18 dic 2012

¿Felices fiestas?

    Al mal tiempo, buena cara de Javier Avi

    El blog al completo, es decir, el genio del ilustrador Javier Avi y yo, os deseamos ¡Feliz Navidad!
    Vale... sí, lo reconozco, odio estas fiestas, pero la postal es tan bonita que, este año, no me he podido resistir a implicarme un poco en el tema de las felicitaciones. (Es que ¡me encanta....!!)
    Disfrutad de la comida, del buen vino, y a ver, si con un poquito de suerte y, sobre todo, con una gran rebelión (que parece que estemos atontaos), el 2013 nos trae un nuevo gobierno.
    Y como siempre, ¡muchas gracias por seguir el blog!

7 dic 2012

De otro planeta



 Los marcianos de Javier Avi

Era domingo por la noche. Estaba tumbada en el sofá de mi pequeña buhardilla madrileña. A mí lado Joan y enfrente un hombre en la televisión que aseguraba haber visto a los extraterrestres. Según su versión, apareció una gran nave espacial tras la colina en la que estaba acampado. De la nave bajaron tres seres luminosos de más de dos metros de altura, con cabeza en forma de balón de rugbi. Largos brazos hasta la rodilla y de enormes ojos negros. Sin orejas, nariz y boca. Los seres se acercaron a él y emitieron un fuerte sonido agudo que lo dejó inconsciente.
—¿Esquizofrenia? —pregunté.
—Hongos alucinógenos —contestó Joan.  
A la mañana siguiente comenté a mis alumnos lo que había visto en la televisión y les pedí su opinión. Enseguida se formó un gran debate desordenado, así que decidí organizar la clase en dos grupos asignándoles un rol forzado, uno a favor y otro en contra de este tipo de avistamientos. Debían defender su postura, la creyeran o no. El resultado fue divertidísimo, con ingeniosos comentarios y originales puntos de vista. Lo curioso fue comprobar cómo, después de 20 minutos de discusión, la opinión pareció unificarse. Todos estaban de acuerdo en que existían otros planetas. Que los extraterrestres nos hubieran visitado era algo muy discutible, pero que existían y que eran muy diferentes a nosotros era, según ellos, incuestionable. La clase terminó y me despedí agradeciéndoles su enorme participación. En el metro de vuelta a casa, dibujé mentalmente a unos supuestos extraterrestres visitando mi buhardilla.
—¡Son granates y bajitos! —grité al abrir la puerta. Joan levantó la cabeza de su ordenador y se rió, la loca acababa de llegar a casa—. Los extraterrestres de Chamberí —aclaré—. Están a puntito de aterrizar con su nave espacial en nuestro tejado.
—Nena, pues, de momento, los únicos que te visitarán son los de la Agencia Tributaria. Toma —dijo ofreciéndome una carta—, nueva notificación de Hacienda.
—¿Otra vez? No me jodas…, pero ¿qué coño quieren de mí si no tengo un euro?

Mes y medio atrás, me había llegado una primera notificación en la que me explicaban que el proceso de la devolución de mi renta se paralizaba hasta que no comprobaran de nuevo los papeles del alquiler del piso. Me pedían que entregara, otra vez, antes de diez días hábiles, el contrato de alquiler, las mensualidades y la copia del Ivima en la que se verificaba que el arrendador había declarado la fianza.
—Jacobo, oye, soy Elvira, tu inquilina.
—Hola, Elvira, ¿cómo estás?
—Muy bien, pero te llamo para ver si me puedes hacer una copia del Ivima. Del papelito que te dieron cuando declaraste la fianza. No sé por qué, pero Hacienda me la pide para la deducción del alquiler.
—No, no la declaré.
—Ya…
—Intenta solucionarlo sin que tenga que declararla. En el Ivima se forman colas interminables y me da mucha pereza ir allí. Venga, Elvira, pasa un buen día.
Click.
Así que pasados tres días, metí en un sobre la copia del contrato de alquiler, las mensualidades y un justificante en el que se indicaba que el arrendador no había declarado la fianza en el Ivima, y lo mandé a la oficina de la Agencia Tributaria de Madrid.

—¡¿Qué?! —exclamé al leer la nueva notificación.
Según el artículo 8 del Derecho Legislativo 1/2010, si no se ha efectuado el depósito de la fianza no puede aplicarse la deducción por arrendamiento de la vivienda habitual, aunque el arrendatario haya satisfecho la fianza del arrendador.  De tal manera se penaliza al arrendatario con un importe que asciende a 467’82 euros.
—¡¿Me están tomando el pelo?! ¡¿En qué país vivimos?! ¡¿Me penalizan a mí por el pufo de otro?! ¡Esto es inmoral! ¡INMORAL! ¡IN-MO-RAL!
Aunque pareciera imposible, conseguí tranquilizarme, y en cuanto lo hice llamé a Ángeles, una amiga que es abogada y lleva una gestoría. Me pidió un par de días para intentar averiguar qué se podía hacer.
—Nada —me dijo, por teléfono, dos días después.
—Ángeles, es una broma, ¿verdad...? —contesté desplomándome en el sofá.
—Lo he intentado todo, pero nada. El arrendador sale de rositas y el arrendatario carga con la penalización por ley. Supongo que tu casero ya lo sabía y te cargó con el muerto.
—Pero ¿qué me estás contando…? —Del sofá me desplomé al suelo.
—Elvi, mira, mi único consejo es que le propongas que esta penalización te la descuente de tu próximo mes de alquiler. Es lo más justo y lo tiene que entender. No se me ocurre nada más, lo siento, cariño.
Esa misma noche le escribí un email a mi casero informándole de la última notificación de Hacienda y le propuse la idea de Ángeles.
Con cierto optimismo me fui a la cama. Tenía razón mi amiga, mi casero lo iba a entender. Claro, era de cajón, si Jacobo es un poco refunfuñón pero es un buen tío. Lo iba a entender, seguro. Es una persona, una persona con capacidad de entendimiento, entonces no había nada de qué preocuparse, Jacobo descontaría la penalización del alquiler, era de cajón, lo iba a entender, es una persona.
A la mañana siguiente bebía mi primera taza de café, mientras Joan se duchaba, cuando mi móvil sonó. Pude ver en la pantalla Jacobo ksero, e ilusionada atendí la llamada.
—Hola, Jacobo, buenos días.
—Vamos a ver, Elvira, vamos a ver... Acabo de leer tu email y no sé si me estás tomando el pelo, porque me estás tomando el pelo, ¿verdad?
—¿Cómo…? —pregunté mientras miraba desencajada a Joan que, en ese momento, salía del baño.
—¡Tú te crees que yo soy idiota! ¿Cómo te voy a descontar 467 euros del alquiler del próximo mes?
—Pues, bueno, considero que es injusto porque fue tu culpa cuando…
—¿Mi culpa? ¿Tú crees que la ley te va a penalizar a ti si la culpa es mía? Aquí la única responsable eres tú, y por eso la Agencia Tributaria decide que seas la que pague. No hay nada más de qué hablar. Se acabó el tema. Venga, Elvira, pasa un buen día.
Click.
Atónita dejé el móvil sobre mi escritorio y, con lentitud, me di la vuelta y miré a Joan. Al verme tan alucinada, me preguntó preocupado:
—Pero, nena, ¿quién era?
—Los extraterrestres…