Marlene Dietrich |
Me subí el cuello del largo abrigo clásico. Era negro,
cruzado. Lo había comprado hacía poco más de dos semanas. Me acomodé el pelo
por dentro y metí las manos en los bolsillos. Dos estudiantes pasaron frente a
mí, uno al empujar al otro me dio un codazo en el hombro.
—Disculpe, señora —dijo.
—No pasa nada. —Sonreí tras la mascarilla y sacando mi
mano derecha del bolsillo volví a recolocarme el cuello del abrigo.
—Vaya, vaya, no sabía que debajo de tanta morralla se
escondía una mujer con semejante clase. —Almudena me abrazó y frotó con energía
la espalda de mi nuevo abrigo—. Estás guapísima —dijo y me besó en la mejilla.
Había ido a buscarla al trabajo, a la biblioteca de la
universidad. Antes de marcharme a China lo hacía con mucha frecuencia, parece
que volvían las viejas costumbres.
—¿Te gusta? —Almudena asintió—. He decidido cambiar
algunas cositas de mi persona. Ahora todo va a ser diferente. Quiero darles una
buena impresión.
—Ya lo has hecho, te han contratado por tu currículo, no
por tu armario. Es una universidad extraordinaria, no sabes cuánto me alegro.
¿Cuándo empiezas?
—A finales de enero —dije y solté una carcajada nerviosa,
Almudena volvió a abrazarme. Y juntas empezamos a mecernos de lado a lado, como
un muñeco balancín imposible de derribar.
Salimos de la universidad cogidas del brazo. En la
cafetería me desabroché el abrigo sin llegar a quitármelo, crucé las piernas a
un lado de la silla y observé mis botas altas de piel.
—¡Madre mía! —exclamó Almu mirándolas también—. ¿Cuánto
tiempo hacía que no te ponías tacones?
—¿Seis, siete años…? No lo sé, desde que perdí el ojo.
Almudena se quitó la mascarilla y me sonrió por largo
tiempo.
—Pareces otra persona, Elvi. —Me frotó el muslo y siguió
sonriéndome.
Con teatralidad coloqué parte del abrigo sobre las
piernas y me atusé el flequillo.
—Soy otra persona, Almu —dije—. Ya nada puede salir mal.
—¿Elvira Catalina Rebollo García?
—Sí, soy yo —dije al teléfono cinco días después.
—Le llamamos del Hospital La Luz de Madrid, su PCR ha
dado positivo en Covid-19, por lo que se le aplica un confinamiento de 15 días,
el doctor Laucirica le hará el seguimiento telefónico a lo largo de estas dos
semanas, si siente disnea, llame al teléfono 91-55545555 o acuda directamente a
urgencias, pero solo en caso de disnea, para el resto de síntomas: paracetamol
500 mg. cada 6 horas. ¿Tiene alguna pregunta?
Fui a la habitación, descolgué mi abrigo nuevo, me lo
puse sobre los hombros, a modo de capa y, en zapatillas pero con paso decidido,
llegué a la cocina. Llené medio vaso de agua y vertí en él un paracetamol
efervescente. Con una mano lo alcé a la altura de mis ojos y, mientras
observaba las burbujitas, me subí, con la otra mano, el cuello de mi largo
abrigo clásico.