Estaba sentada en una cafetería cerca de casa, pero de la casa que mis padres tenían de veraneo, que ridículamente estaba tan sólo a 23 kilómetros de la primera vivienda. Son bilbainadas que siempre me han costado entender.
Me tomaba un café en la mesa junto a la puerta. Miraba al frente. Contaba los pintxos de la barra. El de tortilla parecía un poco seco.
¡Plof! Con el susto todavía metido en el cuerpo, bajé la vista y vi un paquete de tabaco junto a mi taza de café, parecía haber caído del cielo en ese preciso momento. Alcé la cabeza sorprendida y observé al grupo de adolescentes, de la mesa de al lado, hablando con una mujer, sería la madre de alguna de ellas. Tomé el paquete de cigarros entre las manos y me empecé a reír.
Yo nunca tuve ese problema. Jamás en mi vida había escondido cigarrillos para que no los vieran en casa. Es lo bueno de haber disfrutado de una adolescencia un tanto peculiar. Cuando tu madre es un híbrido entre Camilla Parker Bowles y Margaret White, más conocida como la truculenta madre de Carrie, se convierte tu adolescencia en una verdadera película de terror.
Tenía dieciséis años cuando todavía debía esconder los tampones. Mi madre me los había prohibido terminantemente, imagino que porque pensaría que era pecado mortal surcarse con un algodón el orificio vaginal.
Mientras mis amigas tenían montado un complejo dispositivo logístico para hacer desaparecer los paquetes de tabaco: en la maceta del portal, bajo la baldosa que andaba suelta en el callejón antes de llegar a casa, o en lo alto del armario del baño; yo me esmeraba en comprar pequeños paquetes de tres tampax regulares, los amarillos. Los metía en el fondo de la mochila y una vez en mi casa, saludaba a Margaret White fingiendo naturalidad, y, como si de una contrabandista de droga me tratara, apretaba el culo y con sudores llagaba hasta mi habitación. Allí, colocaba un pie en la puerta para que nadie pudiera entrar, sacaba los tampax y los escondía dentro de las medias del uniforme del colegio. Un tampón por cada media, y las colocaba al final, estratégicamente al final del cajón.
¿Fumar?, ¿yo?, ¿para qué?, ¿qué interés podía tener yo en los cigarrillos o porros si cada vez que tenía la regla era un auténtico subidón de adrenalina?, ¡subidón, subidón!
―Esto, perdona…, es mío, ¿me lo devuelves?
Una de las quinceañeras de la mesa de al lado, con un curioso moño en lo alto de la cabeza, me pedía el paquete de tabaco, al parecer la señora que hablaba con ellas acababa de salir de la cafetería.
Extendí el brazo con la palma de la mano abierta ofreciéndole su tabaco.
―Oye, ¿has pensado en fumarte un tampax? ―la chica me miró atónita―. Puro pecado… ―añadió una Carrie White de sonrisa diabólica.
29 jul 2010
¿Quién dijo pecado?
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8 comentarios:
Nicolás Calvo dijo...
Divertido, muy divertido. Nosotros no sufrimos a la madre de Carrie, no al menos en ese sentido, pero cada madre es cada madre y eso debería hacernos pensar en que momento traspasamos la sutil linea que separa a fulanita o fulanito de tal de su ser y lo introduce en otro mundo donde comienza la paternidad (en ese sentido genérico de (paternidad/maternidad). La paternidad por lo visto transmuta a la deseable jovencita o al apuesto galán es uno de esos seres siempre avizorantes, inquietos y metomentodos que llamamos padres. Yo hace tiempo que llegué. Gracias por tu humor.
Mi padre no tuvo más remedio que dejarme fumar delante de él justo el día que cumplí 15 años... así que no sé yo si es que era muy permisivo o simplemente le dolía "el bolsillo" de comprobar cómo le birlaba los cigarros de su paquete de Águilas o de Goya. Sí, a partir de ese día ya tuve que apañármelas yo para comprarme el tabaco, :D, ;)
Es un gustazo leerte siempre, Elvira. Tus narraciones destilan inteligencia por los cuatro costados.
besos
Pao,
como siempre me ha encantado, real como la vida misma.
Un besazo y felicidades porque estas en RACHA!
Ma
Genial volver a leerte. La próxima vez no pasará tanto tiempo!
que loca.. la parte de "fumate un tampax"
Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Soy Marisilla de Reciclín & Reciclán. Muchísimas gracias por tu comentario. He leído este post y casi me muero de la risa, que bueno!!! Me ha encantado!!.
Enhorabuena y encantada de saludarte.
Me gusta tu blog y deseo que tengas mucha suerte en el concurso de blog.
Eres genial escribiendo, enhorabuena por tu trabajo y sigue así para deleite de quienes te leemos, yo me quedo como seguidora tengo que ponerme al día de tu trabajo, creo que tengo mucho que aprender de ti.
Y como no, te invito a que conozcas mis blog y si te gustan pues puedes quedarte.
"LOS CUENTOS DE NATI" y "LOS PREMIOSM DE NATI".
Pues hasta pronto besos Nati.
jajjaja tienes razón una vivencia muy peculiar... pero sería intentar fumarte un cigarrillo por l oño...
salu2
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