14 ene 2011

Juzgando

Escuchaba los consejos de una tal Sara o Sonia, me la acababan de presentar, era editora además de una enorme gilipollas. Se tomó la confianza de alisarme el cuello de la camisa con una mano, con la otra se sujetaba el mentón mientras me decía que debía ser más segura de mí misma, saber qué tipo de textos escribía, o ¿acaso me creía Dostoievski?, pues entonces no entendía lo absurdo de publicar mi primera novela con pseudónimo, decía que debía concienciarme de que iba a tener críticas e iban a ser muy duros conmigo, sobre todo la gente de mi alrededor, decía que debía tener esa capacidad de autocrítica y por supuesto cambiar mi actitud. ¿Por qué eres así?, terminó preguntándome con un molesto chasquido de lengua.
Cobardemente le dije que tenía razón y me despedí de ella con dos besos.
Al darme la vuelta, apreté los labios y le deseé hongos vaginales.

2 comentarios:

Amalie Leschamps dijo...

Caramba!!! cuántas personas con tanta sabiduría, ser o no ser....esa es la cuestión, je,je,
así me gusta.... escribiendo a toda costa....

Elvira Rebollo dijo...

Sabios no sé, pero psicoanalistas sin licencia me estoy topando con unos cuantos últimamente... ;-)
Achuchón enorme, Amalia!! Muaaaaa!!

Firmado:
Dostoievski