10 dic 2008

La culpa fue del café

Me acerqué hasta la cafetería de la biblioteca y pedí un expreso doble para llevar. Miré con envidia a la gente sentada en las mesas, me encantaría tomármelo allí pero todavía tenía que preparar las clases de mañana y me apetecía terminar pronto y marcharme a casa.
Un café para llevar —repitió la camarera imitando mi acento— me encanta tu acento, cariño, ¿de dónde eres?
—De España.
—Te lo dije, Jeannie —la camarera se dio la vuelta y golpeó el hombro de su compañera—, que turca no podía ser porque es muy bajita.
¿Turca? ¿No podía ser turca porque me faltaban centímetros?
Jeannie me miró y ladeó la cabeza.
—Bien… pero el pelo y sus ojos son de turca, pero sí, vale, cierto… demasiado baja.
—Es que su novio es turco, ¿sabes, cariño?, y ahora ve escrito Turquía en la frente de cualquiera.
—Ya… —¿y porque su novio fuera turco me tenían que llamar enana a la cara?
—¿Y el tuyo? —me preguntó Jeannie con la cabeza todavía ladeada.
—Mi, ¿qué? —respondí confusa.
—Tu novio, cariño ¿de dónde es? —repitió la pregunta la primera camarera sin nombre.
No se conformaban con recordarme que no llegaba al metro cincuenta y tres de altura, ahora metían el dedo en la llaga de mi soltería.
—De Pakistán —contesté creyendo haber anotado un tanto a mi favor.
—¿Pakistán? —dijeron ambas camareras mirándose con asombro.
—De Pakistán… pues allí tampoco son muy altos —sentenció Jeannie.
Decidí pagar mi café y marcharme lo antes posible. Cuando salía por la puerta, un joven entraba de espaldas porque seguía despidiéndose de alguien que estaba fuera. Al voltearse me dio tal empujón que tiró mi café al suelo. Genial, estaba claro que aquél no era mi día.
—Jeannie, fregona en la puerta dos, la turca ha tirado el café —avisó sin entusiasmo la-sin-nombre.
—Oh, perdona, por favor, perdóname, no te había visto —se disculpó el joven.
—¡Ja, ja, ja! Es que es muy bajita —dijo Jeannie fregándome los pies.
El joven se rió y después añadió:
—Sí, baja y muy bonita.
Levanté la cabeza sorprendida.
—¿Mike...?
No lo había vuelto a ver desde aquel día en la lavandería.
—Hola, simpática —Mike me saludaba desde las alturas—. Venga, que te debo un café pero vayamos a otro sitio.
—Vaya… y yo que pensaba que los de Pakistán eran bajitos, mírale a éste, casi dos metros… —pude oír a Jeannie antes de que Mike me sacara de la cafetería.
—Elvira, la chica simpática de la lavandería… —dijo pensativo—. ¿Dónde te has metido desde entonces?
—Bueno, con el tema de las elecciones he estado muy liada —mentí.
—Vaya, pues para no ser americana y no poder votar sí que te ha absorbido el tema presidencial, ¿no?
Ups, tocada y hundida.
—Pues si te digo la verdad —continuó—, tenía muchas ganas de volverte a ver —su sinceridad y transparencia no dejaban de sorprenderme, era un verdadero encanto—. ¿Tienes algo importante que hacer ahora?
—Preparar las clases de mañana —contesté.
—He dicho importante… —recalcó Mike con una bonita sonrisa.
—Bueno… pues…prepar… —no me dejó terminar, me cogió de la mano y me llevó al aparcamiento.
—Pero ¿a dónde vamos? —pregunté.
—Te invito a la lavandería.
—¿Eh? —me reí—, pero si no tengo aquí mi ropa para lavar.
—No importa, te presto parte de la mía, la ropa sucia siempre me sobra.
Me encantó su ingenio.
A pesar de no conocerlo de casi nada, no me importó montarme sin más en su viejo coche. Su frescura y naturalidad al actuar me daban la confianza suficiente. Llegamos a la lavandería. Mike descargó un gran saco de ropa sucia y me cedió el paso al entrar en el establecimiento. Frente a la lavadora me preguntó:
—¿Qué prefieres: mi sexy ropa interior, vaqueros y camisetas, mi ropa de deporte o las sábanas?
—Mmm… las sábanas.
Mike colocó las sábanas en uno de los carritos con ruedas y el resto de su ropa en otro. Después me llevó al final del pasillo con mi carrito, me dio cuatro monedas de un cuarto de dólar y dibujó en el suelo una línea imaginaria con el talón de su pie.
—Vale, ésta es la salida, ¿sí?, cuando cuente tres, sale cada uno con su carrito y pone una lavadora, el primero que termine gana.
—¿Qué…?
—Uy, perdona, claro, te falta el jabón —Mike abrió el detergente líquido y echó un poco en el tapón, luego me lo dio—, con esto será suficiente, ¿sí?, ¿preparada?
—¿Qué…? —volví a preguntar alucinada.
—Uno…
Empecé a ponerme muy nerviosa.
—Dos…
¿Se suponía que tenía que salir corriendo? Pero ¿de dónde se había escapado este tío?
—¡TRES!
¡¡¡¿Tres?!!! ¡Ay madre!, Elvira, ¡corre, corre!, pero ¡corre más que con su metro noventa te saca medio pasillo de ventaja! Ay, el carrito que se te va para el otro lado. Esta lavadora, ¡no, no, no!, ésta no, que está sucia, a ver, ¡corre! venga, ésta, ¡sí!, ¿pero Mike ya está metiendo su ropa?, Elvira, ¡empújalo!, ¡empújalo!, ¡sí, eso!, con carrito incluido.
—¡Ey, tramposa, eso no vale! —gritó Mike riéndose desde el suelo.
¡Ahora! Aprovecha, mete las sábanas, ¡rápido, rápido!, ¡todo dentro de la lavadora! ¡Cuidado, a tu derecha!, ¡carrito asesino enviado por el enemigo! Ay madre, que no me da tiempo, que él ya está metiendo las monedas, ¡sí!, se le han caído dos monedas al suelo, ¡vamos!, ¡el carro, lánzaselo!, ¡toma carro! ¡Monedas-ranura-selección- lavar-blanco!, y…:
—¡YEEEEEEEEEES!!!! And the winner is: Súper Elvira Rebollo, ¡oe, oe, oe, oe, oe! ¡Elvira-ra-ra-ra!, ¡Elvira-ra-ra-ra! —yo sola me jaleaba encantada con los brazos en alto.
Mike me miraba muerto de la risa.
—¿Qué he ganado?, ¿qué he ganado?, ¿qué he ganado? —le pregunté desde abajo con una sonrisa gigantesca.
Mike se agachó y me pellizcó la nariz como a una niña pequeña. Sin dejar de sonreír me dijo que enfrente nos esperaba Logan con dos grandes tazas de café.
El café estuvo malísimo pero sus besos no…

8 comentarios:

Kaña-mon dijo...

Jajajajaaj, no nos desorientes...

María Jesús Rebollo dijo...

Ha sido un café muy productivo,espero qué sea un amigo responsable y cariñoso.
El cuento en si es muy de los mios.
Romantico y especial.
Bueno Elvira deseo que tambien ganes en todo lo demás no solo con el carrito.
Un abrazo

ma dijo...

Me ha encantado! que historia mas divertida, y lo de turca....jajaaja
Eso si a mi me desorientas!

Besos guapa

Elvira Rebollo dijo...

Ja, ja, ja!! os desoriento...? pues esperaros...
Gracias por los comentarios, chicas, sois tres amores!! mua, mua y mua!

Anónimo dijo...

! Lo conseguí! iujuuuuuu! Ahora ya puedes decirles a estas tres que yo ya era del club de fans de la Pau desde hace mucho, eih?eih?eih???
Así que somos 4 amores!!!!
Besote y sigue escribiendo, porfis, que nos encantas!
Muuua
pd: si ya sabía yo que con el de la lavandería iba a ver buen rollito, jejjej

Elvira Rebollo dijo...

Bieeeeeen, Monis!! vale, te corono como mi cuarto amor ;-D
Gracias por seguir las historietas, es un detallazo.
Besito, yogu, mua!!

Anónimo dijo...

Yo quiero una historia asi para mi! llena de cafés y besos! me ha encantado! Un beso enorme guapa!

EntreRenglones dijo...

...Antes le echaban la culpa al cha-cha-cha, pero al menos sacaste una invitación en buena compañía. Espero que el café no fuera corto ni turco, Jeje...
SALUDANDO: LeeTamargo.-