El sopor del psicoanalista de Javier Avi
―Llevo
viniendo dos años ―dije a Óscar, mi psicoanalista, recolocándome en el sillón―.
Dos años ya…
―Sí,
dos años.
―Es
el proceso, ¿verdad?
―Sí,
es el proceso.
Dos
años atrás, estaba en Bilbao por Navidad. Había ido al ambulatorio de la
Seguridad Social para hacerme unos análisis de tiroides. Había oído que el
hipotiroidismo provocaba agotamiento, caída de pelo, dolor muscular, insomnio,
reglas irregulares, pérdida de memoria, ansiedad, apatía, irritabilidad… Yo
tenía hipotiroidismo.
―Los
resultados son negativos, tu tiroides está perfecta ―me dijo la doctora
ofreciéndome los análisis.
―No
puede ser ―dije―. Tengo hipotiroidismo… Mis uñas, mi pelo… no duermo… ―Empecé a
llorar―. Estoy agotada… estoy muy cansada… me pesan las piernas, los brazos… estoy
muy, muy, muy cansada… no tengo ilusión por nada… yo...
―Tienes
depresión endógena ―dijo escribiendo algo en un papel―. Te remito a
psiquiatría. Es un caso claro. Te darán tratamiento con antidepresivos. En unos
meses te encontrarás mejor. En el siglo XXI es absurdo sufrir por una depresión
―Levantó la cabeza y me vio con las manos pegadas al pecho y temblando―. ¡No te
pongas así, mujer! Hay gente con diabetes, ¿no?, pues a ti te ha tocado la
depresión.
―No
tienes depresión endógena ―dijo Óscar,
una semana después, tras escuchar mi episodio en la Seguridad Social―. Cargas
con material suficiente para sentirte
como te sientes, y lo vamos a revisar. Llevará su tiempo, no te voy a mentir.
Esto es un proceso, un largo proceso.
Entre
todos me iban a marear. Decidí quedarme con Óscar y su largo proceso en vez de
con los antidepresivos de la Seguridad Social. Porque los retos siempre me
llamaron la atención. Una vez subida al barco, tenía ganas de tirarme cada vez
que alguna de mis amigas me contaba las místicas experiencias con sus
psicólogos. Marisa es maravillosa, ayer,
después de la consulta me abrazó, y me dijo que no me merecía lo que me estaba
pasando. Por un momento me imaginé a mi psicoanalista abrazándome y
regurgité un espasmo. Elvira ¿cuándo
terminas la terapia? A mí Lorenzo me ha dicho que he progresado mucho, que
tengo muchísima fuerza, que sabe que es difícil, pero que lo estoy haciendo muy
bien, es un verdadero encanto. A mí Óscar me dice que intente ser más
puntual. Y no me digas de qué estábamos
hablando pero nos dio un ataque de risa, vamos, que tuvimos que dejar la
sesión, las dos como locas muertas de la risa. Yo también me reí un día en
su consulta, porque estornudé y se me escapó un pedo, Óscar puso cara de voy a
hacer que no lo he oído. Y es que nuestro misticismo se quedaba ahí, en un pedo.
Mientras que los psicólogos de mis amigas eran los más guapos, listos,
cariñosos y graciosos, el mío era el antihéroe emocional.
No,
no tengo un psicólogo cool del que
contar anécdotas. Es un tío pelín tarado que no va a solucionar mis problemas,
ni siquiera a cargar con parte de esa angustia que mutila mis deseos. Porque,
en este proceso, he aprendido que
Óscar no es más que un simple corrector con la función de tabular el cuaderno
de mi vida, para que yo misma pueda leerlo con claridad, y así darle ese
sentido que todavía le falta.
―Es
un largo proceso, ¿verdad?
―Sí
―respondió Óscar. Parecía cansado. Puso sus manos sobre el vientre y cruzó las
piernas. Cerró los ojos. Me quedé mirándolo sin tener muy claro si estaba
reflexionando o, simplemente, se había dormido.
7 comentarios:
No soy una entendida ni mucho menos, pero si llevas dos años y no has avanzado mucho, desde el cariño te digo, ¡CAMBIA de psicólogo ya!
Ay, Miss Hurry, no me digas eso que precisamente el objetivo del relato era el contrario. Algo ha fallado al relatarlo, si es que estoy de lo más oxidada (como diría la Montero, jajajaja!). Un beso!
Ah, y no es por nada, pero me encanta la ilustración de esta entrada ;-)
Chiquilla, que el hecho de que se quede pasmado mientras sacas fuera todo lo que te reconcome (que no digo yo que no siente bien, al contrario, y lo digo por experiencia) no ayuda; libera, pero no ayuda.
Yo estuve liberándome bastante tiempo, pero fue cuando cambié de psicóloga que me di cuenta del tiempo que había estado perdiendo... Eso sí, cada persona es un mundo y si a ti te gusta ¡no hay más que hablar!
La ilustración mola, lo que más me gusta es el sillón :)
Sí, sí, ahí te doy toda la razón, Miss Hurry, pero lo que siempre he buscado en este blog es la caricaturización de todos sus personajes, y Óscar es uno más.
Mola el sillón, eh? mullidito, mullidito para sus buenas siestas... jajajaja!!
Beso, locaaaa!!
Cada vez que un sicólogo te da aquella respuesta que quieres oir, que te empuja a seguir adelante, aunque sea sin mucha convicción, una respuesta tranquilizadora, vamos, la está cagando como profesional y tú como paciente, lo que es mucho más grave.
Los buenos terapeutas son aquellos a los que de vez en cuando te gustaría escupir a la cara y con los que, evidentemente, no te vas a echar unas risas tomándote una caña, porque ya han tenido el privilegio de entrar en lo más profundo de tus entrañas, y con ello han perdido toda oportunidad de entablar contigo una relación de amistad o colegueo.
Elvira,no dejes ahora a Oscar porque este es el proceso correcto. Permítete dedicarte el tiempo que sea necesario para encontrarte de nuevo. No te falles :)
Moniss, a mí también me echa bastante para atrás el tema "colegueo" con tu psicólogo.
También es cierto que el proceso en las diferentes corrientes psicológicas varía mucho, e imagino que el truco estaría en saber cuál encajaría contigo.
Lo cierto es que el debate se me va de las manos porque, como ya dije en un post anterior, suspendí todas las asignaturas del primer curso de psicología, jajjaaja!!!
Pero me encata que comentéis y disfrutéis del blog! :-D
Besosssss!!
Publicar un comentario