21 sept 2012

El proceso


El sopor del psicoanalista de Javier Avi

―Llevo viniendo dos años ―dije a Óscar, mi psicoanalista, recolocándome en el sillón―. Dos años ya…
―Sí, dos años.
―Es el proceso, ¿verdad?
―Sí, es el proceso.

Dos años atrás, estaba en Bilbao por Navidad. Había ido al ambulatorio de la Seguridad Social para hacerme unos análisis de tiroides. Había oído que el hipotiroidismo provocaba agotamiento, caída de pelo, dolor muscular, insomnio, reglas irregulares, pérdida de memoria, ansiedad, apatía, irritabilidad… Yo tenía hipotiroidismo.
―Los resultados son negativos, tu tiroides está perfecta ―me dijo la doctora ofreciéndome los análisis.
―No puede ser ―dije―. Tengo hipotiroidismo… Mis uñas, mi pelo… no duermo… ―Empecé a llorar―. Estoy agotada… estoy muy cansada… me pesan las piernas, los brazos… estoy muy, muy, muy cansada… no tengo ilusión por nada… yo...
―Tienes depresión endógena ―dijo escribiendo algo en un papel―. Te remito a psiquiatría. Es un caso claro. Te darán tratamiento con antidepresivos. En unos meses te encontrarás mejor. En el siglo XXI es absurdo sufrir por una depresión ―Levantó la cabeza y me vio con las manos pegadas al pecho y temblando―. ¡No te pongas así, mujer! Hay gente con diabetes, ¿no?, pues a ti te ha tocado la depresión.

―No tienes depresión endógena  ―dijo Óscar, una semana después, tras escuchar mi episodio en la Seguridad Social―. Cargas con material suficiente para sentirte como te sientes, y lo vamos a revisar. Llevará su tiempo, no te voy a mentir. Esto es un proceso, un largo proceso.

Entre todos me iban a marear. Decidí quedarme con Óscar y su largo proceso en vez de con los antidepresivos de la Seguridad Social. Porque los retos siempre me llamaron la atención. Una vez subida al barco, tenía ganas de tirarme cada vez que alguna de mis amigas me contaba las místicas experiencias con sus psicólogos. Marisa es maravillosa, ayer, después de la consulta me abrazó, y me dijo que no me merecía lo que me estaba pasando. Por un momento me imaginé a mi psicoanalista abrazándome y regurgité un espasmo. Elvira ¿cuándo terminas la terapia? A mí Lorenzo me ha dicho que he progresado mucho, que tengo muchísima fuerza, que sabe que es difícil, pero que lo estoy haciendo muy bien, es un verdadero encanto. A mí Óscar me dice que intente ser más puntual. Y no me digas de qué estábamos hablando pero nos dio un ataque de risa, vamos, que tuvimos que dejar la sesión, las dos como locas muertas de la risa. Yo también me reí un día en su consulta, porque estornudé y se me escapó un pedo, Óscar puso cara de voy a hacer que no lo he oído. Y es que nuestro misticismo se quedaba ahí, en un pedo. Mientras que los psicólogos de mis amigas eran los más guapos, listos, cariñosos y graciosos, el mío era el antihéroe emocional.
No, no tengo un psicólogo cool del que contar anécdotas. Es un tío pelín tarado que no va a solucionar mis problemas, ni siquiera a cargar con parte de esa angustia que mutila mis deseos. Porque, en este proceso, he aprendido que Óscar no es más que un simple corrector con la función de tabular el cuaderno de mi vida, para que yo misma pueda leerlo con claridad, y así darle ese sentido que todavía le falta.


―Es un largo proceso, ¿verdad?
―Sí ―respondió Óscar. Parecía cansado. Puso sus manos sobre el vientre y cruzó las piernas. Cerró los ojos. Me quedé mirándolo sin tener muy claro si estaba reflexionando o, simplemente, se había dormido.
  

7 comentarios:

Miss Hurry dijo...

No soy una entendida ni mucho menos, pero si llevas dos años y no has avanzado mucho, desde el cariño te digo, ¡CAMBIA de psicólogo ya!

Elvira Rebollo dijo...

Ay, Miss Hurry, no me digas eso que precisamente el objetivo del relato era el contrario. Algo ha fallado al relatarlo, si es que estoy de lo más oxidada (como diría la Montero, jajajaja!). Un beso!

Elvira Rebollo dijo...

Ah, y no es por nada, pero me encanta la ilustración de esta entrada ;-)

Miss Hurry dijo...

Chiquilla, que el hecho de que se quede pasmado mientras sacas fuera todo lo que te reconcome (que no digo yo que no siente bien, al contrario, y lo digo por experiencia) no ayuda; libera, pero no ayuda.
Yo estuve liberándome bastante tiempo, pero fue cuando cambié de psicóloga que me di cuenta del tiempo que había estado perdiendo... Eso sí, cada persona es un mundo y si a ti te gusta ¡no hay más que hablar!
La ilustración mola, lo que más me gusta es el sillón :)

Elvira Rebollo dijo...

Sí, sí, ahí te doy toda la razón, Miss Hurry, pero lo que siempre he buscado en este blog es la caricaturización de todos sus personajes, y Óscar es uno más.

Mola el sillón, eh? mullidito, mullidito para sus buenas siestas... jajajaja!!

Beso, locaaaa!!

Moniss dijo...

Cada vez que un sicólogo te da aquella respuesta que quieres oir, que te empuja a seguir adelante, aunque sea sin mucha convicción, una respuesta tranquilizadora, vamos, la está cagando como profesional y tú como paciente, lo que es mucho más grave.
Los buenos terapeutas son aquellos a los que de vez en cuando te gustaría escupir a la cara y con los que, evidentemente, no te vas a echar unas risas tomándote una caña, porque ya han tenido el privilegio de entrar en lo más profundo de tus entrañas, y con ello han perdido toda oportunidad de entablar contigo una relación de amistad o colegueo.
Elvira,no dejes ahora a Oscar porque este es el proceso correcto. Permítete dedicarte el tiempo que sea necesario para encontrarte de nuevo. No te falles :)

Elvira Rebollo dijo...

Moniss, a mí también me echa bastante para atrás el tema "colegueo" con tu psicólogo.
También es cierto que el proceso en las diferentes corrientes psicológicas varía mucho, e imagino que el truco estaría en saber cuál encajaría contigo.

Lo cierto es que el debate se me va de las manos porque, como ya dije en un post anterior, suspendí todas las asignaturas del primer curso de psicología, jajjaaja!!!

Pero me encata que comentéis y disfrutéis del blog! :-D
Besosssss!!