Los parasoles de Afrodita de Sofía Serra Giráldez
Y subo las escaleras
del portal de dos en dos. Como una niña entusiasmada. Porque hoy ha
sido mi primer día de trabajo después de volver de vacaciones.
¿Depresión postvacacional? ¿Qué es eso? Adoro mi profesión y
todo lo que ahora mismo la rodea. La universidad todavía estaba
semidesierta. La clase llena de caras nuevas con gesto un tanto
perdido. La máquina de café en erogación. Y yo con mis compañeros,
sin fundamento, riéndonos con los chistes cortos del repertorio de
Kiko.
—¡Otro! Dice:
Cariño, te quiero. Y le contesta: Mira, a mí no me cuentes tus
problemas.
Y me vuelvo a reír
llegando al segundo piso.
—¡Elvira!
—Ay, Guillermina,
que me meo.
—¿Pero qué te ha
dado, mujer?
Cojo aire y le doy
un beso a mi vecina que acaba de abrir la puerta.
—Anda, pasa. Que
esta mañana al bajar a por el correo había un sobre enorme con tu
nombre sobre los buzones, y te lo he cogido porque no me fío. Que
sí, que aquí nos conocemos todos pero nunca se sabe, hija, nunca se
sabe. Pasa, que te lo doy.
Entro hasta la
cocina y dejo la bolsa con los libros sobre la mesa.
—¿Café? —me
pregunta.
—Sí, ya lo
preparo yo, no se preocupe.
—Pues te voy a
buscar el sobre que seguro que es algo importante y no quiero que te
falte, hija.
Regresa Guillermina
y me ofrece un sobre amarillo tamaño folio, acolchado. Lo miro
sorprendida, coloco la cafetera en el fuego y me seco las manos con
un trapo.
—¿Qué es esto?
—me pregunto tomándolo con ambas manos.
—Venga, ábrelo,
ábrelo.
Lo abro por uno de
los extremos y miro en su interior. Meto la mano y saco un libro.
—Los parasoles
de Afrodita. Sofía Serra Giráldez —leo emocionada. Me lo
llevo a la nariz y lo olisqueo—. Huele a nuevo, a nuevo y a tesón.
Me apoyo en la mesa
y leo la dedicatoria. Levanto la cabeza y sonrío a Guillermina que
me mira ofreciéndome, en silencio, una servilleta de papel para
sonarme los mocos.
—Que me emociono,
Guillermina...
—Claro, mujer,
¿qué sería de esta vida sin las emociones? Anda, siéntate que te
pongo el café.
Me siento. Aparto mi
bolsa con los libros y me apoyo en la mesa. Llega Guillermina y
coloca frente a mí una taza de café.
—Es un poemario de
una amiga —le digo.
Se sienta a mi lado
con otra taza de café y me pide que lea algo, que siempre le
gustaron los poemas.
—Vale —digo
abriendo el libro al azar, porque sé que no es necesario buscar para
encontrar ese poema, ese, el que hoy necesito, porque
Sofía tiene ese don para transcribir tu requisito, tu pensamiento,
en cada uno de ellos—. Las telarañas neuronales hacen más por
el olvido / que cualquier viento huracanado. / La aspiradora de mis
sienes / absorben el polvo: más agua y luz, / brota el verde. / Paz
del suelo por el que camino / quebrando el aire / ando quebrando /
como ente relativo / entre las formas y las alquimias (…)
Le
leo cuatro poemas que
escucha mi vecina sorbito a sorbito. Cierro el libro y bebo el café.
La miro y nos sonreímos.
—Me
marcho —digo poniéndome en pie.
—¿Y
adónde vas?
—A
tomarme un café.
—¿Otro?
—Me
he quedado con ganas de más.
Guillermina me
acerca la bolsa de los libros. Juntas llegamos a la puerta.
—Y
esta noche saldrás con tus amigos, ¿verdad?
—No,
hoy no. Mi amigo Gael se escapa de fin de semana romántico. Se nos
ha enamorado, nadie es perfecto.
Nos reímos.
—Pues
podrías venirte un ratito a leerme más de esos poemas. Y te prometo
que te hago café, ¡un perolo entero de café!
—Mmm...,
qué bien suena: noche de café y poemas.
5 comentarios:
Elvira...que me muero de lágrimas...pásame el pañuelo, porfiiiii!
ERES MAGNÍFICA... y tú sabes lo que me gusta el latín.
(Infinitas gracias, amiga mía, por esto y por lo otro, si no es por ti este libro no existiría, pero sobre todo, POR TI)
Loca, que escribes muy bonito y con cada relectura me encuentro con una calle nueva por la que antes no había pasado. Leerte no se termina nunca y eso es muy grande.
Me emocionó muchísimo recibirlo y comprobar que nadie te para. ¡Enhorabuena!
Te doy un besazo, en estos días que son una mezcla rara de todo, lo sé.
Beso enorme, gigante!!
Ya quisiera yo que el año que viene alguien me hiciera una reseña tan entrañable.
Me ha encantado. Buscaré el libro ( me voy a arruinar cada vez más, snifbua).
Pues está muy bien, bonito, y no solo en las formas.
no soy de poemas, pero me han entrado ganas. voy a buscar el libro!
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