11 may 2012

Viviendo, jugando


 Trilce de Sofia Serra

Elvira no tiene miedo a la muerte. Está más que convencida de que morirá joven. A los 40 dice. Ser tan absolutamente consciente de que morir no te importa, hace que construir el sentido a la vida, sea un esfuerzo titánico.
Tenía 22 años cuando un amigo suyo, después de terminar el pintxo de tortilla en la cafetería de la universidad, dijo que se marchaba. Se levantó, se desplomó y se murió. Nada ha podido justificar aquella muerte. Se levantó, se desplomó y se murió.
Elvira convirtió su vida en un juego en el que, tarde o temprano, dejaría de echar los dados.

―Es un tío raro.
―¿Quién? ―preguntó Elvira a Kayla, su compañera de departamento, que estaba, en ese momento, en su despacho. Las dos, profesoras treintañeras, trabajaban en una universidad de West Virginia.
―Darrell Crow.
Elvira se levantó de su mesa y se acercó hasta la puerta, desde donde su compañera veía cómo Darrell introducía las monedas en la máquina de café.
―No sé, no lo conozco ―contestó Elvira.
―¿A Darrell Crow?, ¡claro que lo conoces!, pero si tiene el despacho a la vuelta del pasillo, y he sido testigo de cómo has intentado sacarle conversación en el ascensor, ¡Darrell Crow!
―Sí, sí, sí, sé quién es, pero no lo conozco. No sé si es raro o no.
―Es raro. Tiene 37 años y parece de 50. No habla con nadie. Siempre va con esos mocasines, ¡aunque haga -20º! Es raro.

Elvira tenía revisión de exámenes. Cuatro estudiantes esperaban sentados en el suelo del pasillo frente a su despacho. Un quinto estaba dentro, apoyado en su mesa, intentado convencerla de lo mucho que había estudiado.
―Si yo lo sé, Nathan, pero este examen no tiene un medidor de esfuerzo, sino de conocimiento.
El sonido de unas pisadas arrastradas hizo que Elvira ladeara la cabeza y mirara hacia el pasillo. Vio a Darrell Crow llegar a la máquina de café y echar unas monedas.
―¡El señor Crow! ―exclamó Nathan―. Ése sí que es un buen profesor. No hace exámenes a sus estudiantes. Dicen que valora  sólo la actitud en clase. Debe ser un tío genial.
―Tiene que ser difícil poner una nota sobre una actitud, ¿no? ¿Qué nota te pondría a ti, si te pasas toda la clase dormido? Con mi método tienes por lo menos un 53/100, ¡no está mal! ―Y devolvió el examen a su estudiante con una sonrisa―. ¡Siguiente! ―Nathan salió, pero nadie entró―. ¡Siguiente! ―Nada―. Se levantó y se acercó a la puerta. Allí vio cómo sus cuatro estudiantes miraban a Darrell Crow, que se había quitado un zapato para guardar en él las monedas que la maquina le había devuelto. Elvira no dijo nada, simplemente avisó a su alumna Penny de que entrara.
―Pobre señor Crow… ―dijo Penny sentándose en la silla que estaba junto a la mesa―. Es que últimamente parecía algo mejor. Mi prima iba en el avión, ¿sabe?
―No…, no, ¿qué avión? ―preguntó Elvira buscando el examen de su estudiante.
―En el avión. El que cogió de Huntington a Charlotte. Iba a hacer una entrevista de trabajo. Mi prima, no el señor Crow. El señor Crow iba con su novia. Y pasó.
―¿Qué pasó?
―¿No sabe lo que pasó en el avión?
―¡No, Penny, no sé lo que pasó en el avión! ―Su alumna la miró sorprendida―. Perdona, estoy un poco cansada. A ver, ¿qué pasó en el avión?
―Pues hará de esto casi 6 años. En el avión, nada más despegar, la novia del señor Crow empezó a decir que se encontraba mal. Mi prima, que estaba sentada justo detrás, le dio su botellín de agua, y parece que se sintió mejor. Y cuando el avión se estabilizó, su novia dijo que quería ir al baño. Se levantó, se desplomó y se murió. Tuvieron que aterrizar en Charleston de urgencia. Se levantó, se desplomó y se murió.
Elvira respiró hondo. Sacó el examen de Penny del montón y se lo dio.
―Bien, échale un vistazo y me preguntas las dudas.

Elvira raspaba una moneda contra la máquina de café.
―¿Perdona?
―Oh, Darrell, hola. Parece que la máquina no me la acepta, no sé por qué…
Darrell Crow se quitó su zapato. Metió la mano en él y sacó un par de monedas.
―Toma, prueba con éstas ―dijo ofreciéndoselas a Elvira.
―Oh, gracias… ―Extendió la mano un tanto indecisa y tomó las monedas. Las miró y luego se volvió a dirigir a él―: Pero tú primero, que… no sé, igual tienes más prisa que yo.
Darrel Crow asintió con la cabeza. Se colocó delante e introdujo el dinero por la ranura. La máquina comenzó a preparar el café. Elvira detrás, observaba las monedas en la palma de su mano y en silencio esperó su turno.

6 comentarios:

Moniss dijo...

"Se levantó, se desplomó y se murió". ¿Te parece argumento para publicar un viernes por la noche, Elvira?
Y qué doloroso a la vez que tierno el perfil del señor Crow. ¡Pobre señor, Crow!

Elvira Rebollo dijo...

Es cierto, los viernes exigen otros relatos.
El señor Crow te saluda con el zapato en alto, y yo te mando un besazo

Anónimo dijo...

A mí me gusta cómo sabes hilvanar la realidad más cotidiana, las escenas, los actos menos trascendentes de nuestra vida con ese algo que sabemos que está ahí, para bien, para mal..quiero decir para verdad...aunque últimamente percibo en tus relatos cierto desasosiego, una especie de tenebrismo camino del surrealismo, no sólo en lo planteado, en el contenido temático digamos, sino en la forma narrativa. Ciertas elipsis, como pasos por alto adrede que dejan al lector ahí, bien colgadito del abismo.
Gracias por elegir esa foto, :).
Un beso.
(si no te digo nada de la foto me da apuro, y si te lo digo, peor, jaja, así que nunca sé bien qué hacer, :DD)

Elvira Rebollo dijo...

Jajaja! Sofía, te entiendo, porque como ves, esta vez te tomé la palabra y te robé la foto en silencio. Me encanta mirarlas,en cada una de ellas me imagino un relato.
Y sí, últimamente los ánimos andan reguleros, pero si consigo trasmitirlo, no me preocupa, significa que todo sigue en orden.
Beso enorme!

Perfida Canalla dijo...

Me gusta.
Por cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita

Anónimo dijo...

Gabon! a mí la foto me dice: esperanza, guía, seguir, adelante, fuerza, todo, sí, cohabitando o irrumpiendo simplemente en un medio algo tristón, lúgubre, algo amenazante aunque, a la vez con mucha fuerza avanzando hacia bondades venideras. El detalle de las monedas en el zapato es la nota made in Elvira? me encanta, Glori